La puna catamarqueña, un vasto y majestuoso territorio de altas mesetas y montañas, alberga comunidades originarias con una historia rica y profunda. Estos pueblos, como la Comunidad Kolla Atacameña, han habitado la región durante siglos, desarrollando una conexión única con la tierra y un legado cultural que se transmite de generación en generación.

En las alturas de la puna, las comunidades siguen manteniendo vivas sus tradiciones ancestrales, desde la agricultura adaptada a la árida tierra, hasta el tejido artesanal, las danza tradicionales y el ritualismo religioso que fusiona cosmovisiones indígenas con las creencias propias de la región. La celebración de la Pachamama y otras festividades locales que honran a la madre tierra, son solo una muestra de la profunda espiritualidad que caracteriza a estos pueblos.

En los próximos días se realiza el Chaku, una tradición ancestral que consiste en capturar la vicuña para obtener su fina lana, conocida como “el oro caminante”. Con raíces en las poblaciones preincaicas del altiplano, esta práctica está vinculada a ceremonias y reverencia, ya que la vicuña es considerada un animal sagrado. Tras la colonización en esta zona, la vicuña estuvo al borde de la extinción, pero hoy, gracias a la creación de la Reserva de Biosfera de Laguna Blanca, el ecosistema de la región ha logrado una notable recuperación

Los viajeros que se aventuran a recorrer la puna catamarqueña tienen la oportunidad única de conocer y aprender de estos pueblos originarios. Desde sus casas de adobe, hasta los mercados de artesanías, la hospitalidad de sus habitantes invita a descubrir sus historias, su gastronomía, y la sabiduría ancestral que aún perdura en cada rincón.

Recorrer este territorio es adentrarse en un viaje cultural que trasciende el tiempo. Un viaje que no sólo te llevará a través de paisajes impresionantes, sino que también te conectará con un patrimonio vivo, que sigue dando forma a la identidad de la región.